San Juan de Ulúa

San Juan de Ulúa es una fortaleza hecha de coral construida por esclavos negros traídos de África. Fue el primer sitio en el que los españoles pisaron tierras mexicanas.

 


La llegada de los españoles
Fue en 1519 cuando los españoles gritaron “tierra a la vista” y bajaron en el islote que rodeaban arrecifes de coral, era la región donde habitaban los totonacas. Bautizaron esa tierra con el nombre de San Juan en honor al capitán, Juan de Grijalva.
- “Toto” significa tres, y “naco” significa corazón. – nos explica el guía. Los totonacas estaban sumisos a los kulúas, y a su vez estos al gran imperio mexica. Encontraron cuerpos sacrificados y buscaron una explicación, y al no poder dárselas, los totonacas gritaron “kulúa” repetidas veces, pero debido a la pronunciación de los españoles se le quedó “San Juan de Ulúa”.

Construyendo la fortaleza
Al principio sólo estaban las construcciones, así, solas, sin protección alguna. Fue hasta 1535, por causa de los continuos ataques de piratas, que decidieron convertirlo en fortaleza amurallada. Los arcos siempre tuvieron fin de almacenamiento, pero al principio era sólo de comida; después, de oro.

En los arcos se pueden observar dos estilos distintos: el menisco, que es de precedencia árabe y que tiene por característica terminar en una pequeña punta achatada; y el neoclásico, que tiene la forma de un semicírculo, semejando los arcos de la época romana. Estos eran estilos que tenían mucha influencia en España.


San Juan de Ulúa como prisión
Saliendo de esa parte de la construcción hacia el corredor de antes. Se puede cruzar  un puente apodado “El puente del último suspiro”, llamado así porque quien pasaba por ahí como preso muy difícilmente podría cruzarlo de nuevo y regresar con vida. Hay algunos arcos, pero estos son distintos: cada uno parece ser una cueva que se angostaba hasta llegar a ser una punta y estaban conectadas por una pequeña entrada. Al principio, esos habían sido construidos con fines religiosos, pues la acústica de esos sitios era para que los frailes dieran misa, pero después, cuando convirtieron a San Juan de Ulúa en prisión se convirtieron en celdas.

Se encuentran también unas celdas más pequeñas, las cuales también eran apodadas “tinajas”, porque eran húmedas y pequeñas. Los prisioneros vivían, comían y morían ahí hasta que el presidente Lázaro Cárdenas vetó ese sitio como prisión.
Ahora es un museo a excepción de uno de los baluartes, que ocupa la Armada de México.